LA HISTORIA DE LA ABUELA QUE TRAS PASAR NUEVE MESES SOLA

TUVO QUE AGUANTAR LAS DISPUTAS DE SUS HIJOS POR VER QUIÉN PASABA LA NAVIDAD CON ELLA

Isabel estaba sola. Luis y Jesús vivían en la ciudad, pero sus trabajos y sus familias no les permitían asomarse por el pueblo con frecuencia. Sí que llamaban casi todas las semanas. Malena vivía en Villaverde, en una mansión, aunque iba cada día a trabajar a Madrid. Nunca se la veía el pelo. Los ejecutivos, ya se sabe. A veces, pegaba un telefonazo. Casi siempre desde el coche. “Mamá está bien.” decían a unos y a otros. “Mi madre es muy fuerte. Estas generaciones han pasado mucho. No son como nosotros.” Pero el reloj pasa muy lento en el pueblo, sin ver a nadie. Los telediarios, muy deprisa. Las horas de silencio suceden a las horas de silencio. Sólo Matías, el gato, acompaña de veras el corazón desolado de Isabel.

Ayer, sin embargo, el teléfono no dejó de sonar. Los chicos tienen bronca. Todos quieren pasar la Navidad con la abuela, pero ninguna cuenta sale. Malena le llamó gritando tanto que ni entendió nada de lo que le decía. Se quejaba del egoísmo de sus hermanos. Los otros, al contrario. “Y le he dicho a Jesús: yo con Malena ni cuento… porque pasa de ti mamá – vamos a ser claros –. Pero es que Jesús no se entera. Le he dicho: claro que vosotros y nosotros somos seis y podríamos estar juntos… pero ¿Qué hacemos entonces con la abuela?”

Volver